La misma casa de miseria de tabla sucia y de remiendo es el desolador atuendo que adorna por toda mi tierra. Y la inocencia sin escuela, el mismo harapo sin juguete que me castiga como un fuete de punta a punta las fronteras. ¿Qué voy a hacer? Diga quien diga que dos, diga quien diga que diez, Angola es una como el deber. ¿Qué voy a hacer? Diga quien diga que dos, diga quien diga que diez, Angola es una como el deber. El mismo látigo inflexible desde Cabinda hasta Cunene, nos humilló, nos hizo fieles de los escarnios increíbles. La misma piel que estalla y cruje, la misma víscera que escucha, el mismo pueblo que ama y lucha, la misma selva, la que ruge. Qué voy a hacer...