Al lado de mi casa hay otra casa donde se ve vivir, como allá, como aquí. La habitan seres a mi semejanza, un hombre, una mujer, un niño sin saber. Ríen de lo que yo reí, lloran de lo que llo ro. Lo mismo te sucede a ti: somos igual en todo. Si el mundo fueran sólo dos familias -lo voy a exagerar-, dos gentes nada más: Cuánta preocupación de una a la otra. Cuánto miedo a quedar solo en la oscuridad. Fuera entonces la hermandad goza de convivencia y no como en la realidad que es de supervivencia. Para el decir del pueblo, ser hermano, es más que comunión o darse un pantalón. La soledad es parte del camino del que no tiene don, del que no es señor. Si se traslada esta lección al plano universal o se está al pie de otro cañón o se ven agonizar.