En qué potrero lejano se prolongará su marcha Abajo dureza de escarcha, o trebolar de verano Tras qué ternero orejano o rastro de yeguarizo En el pangaré mestizo, o el malacara lunanco Irá recorriendo al tranco el horizonte rojizo Lo enlutaba la gorilla y el sombrero con ribete Y andaba siempre paquete de botas de cabritilla Solo adornaba una hebilla su ciento de cuero crudo Era fuerte, corajudo, y serio como un facón De poca conversación, pero atento en el saludo Debajo del cojinillo acostumbrara llevarla Cuchilla de cueriar, de corvo cabo amarillo Tenía un recao'sencillo, corto a la usanza surera Y al borde de la encimera la California tocaba Con ruido seco de aldaba la llave torniquetera Con parecido reflejo al de su sonrisa franca La cinta de lona blanca, listaba el apero viejo Tusaba liso y parejo, dejando un martillo bajo Y usó para su trabajo, con escondida jactancia En vez de los de la estancia los dos caballos que trajo Uno liviano y ligero, el pangaré ya nombrao' Tenía paso cortao'y laya de parejero Arroillado, coscojero y pronto para montar Aunque manso en el andar, cualquier madrugada fría En un arranque podía rastrarse a corcoviar La estampa del malacara salvo el anca defectuosa Era bruñida y vistosa, del lomo a la frente clara Reciedumbre de tacuara que en cada nudo reluce Ancho y renegrido el tuce y brasa encendida el pelo Como si tal cosa al suelo tumbaba una vaca al cruce Hombre y caballo parecen unirse en una figura Sobre la larga llanura por donde desaparecen Y entre vislumbres que mecen su incertidumbre en un giro Aun imagino que miro su porte cuando se fue Montao' en el pangaré y el malacara de tiro