Quién le conoce bien para que cuente,
hombre de transición, hombre de espuma,
quién otro nombre nuevo que ponerse,
quién otra suerte que apoñe su suerte.
Hombre de dormir poco,
de casa sin paredes.
Oh, nuestro hombre está sordo sin remedio
para la voz de lo más conocido
sólo oye algunos ruidos del futuro
y otros de cuando aún iba desnudo,
rugidos, radio, estrellas, no escuchabas ninguno.
Los carteles advierten
que a quien se acerque se le quema la piel
y los altoparlantes anuncian
que se está muriendo de fe.
Quién le conoce bien para que cante,
sobre este corredor, este viajero
que si anda ahora descalzo su camino
lo hace sólo por sensibilizarse
aunque llegue al futuro
sin pies para cambiarse.
Porque hay que estar arriba de la bola,
arriba de la bola,
un ratico arriba y un ratico abajo.
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