La prisa por hacer frente a los problemas y las necesidades del día a día a menudo nos deja estresados ​​y con los nervios de punta. Sin embargo, no nos desesperemos.

En estos momentos, debemos ejercitar la capacidad de relajarnos mentalmente, analizar cada situación con calma para encontrar las mejores soluciones. Y, actuando así, seguramente surgirán.

La serenidad y la paciencia son escudos protectores para quienes no se dejan influir fácilmente por los inevitables contratiempos y obstáculos del camino cotidiano, que se empeñan en quitarnos el sueño y la paz.

La verdad es que estresarnos no nos hará ningún bien. Debemos, eso sí, amarnos lo suficiente, pero sin ser egoístas, para no permitir que problemas menores y relevantes nos molesten.

En los problemas mayores, que son difíciles de resolver, seamos humildes en reconocer nuestras limitaciones y busquemos la ayuda infalible de Dios, y todo se resolverá más fácilmente. Además, el estrés y la irritación alteran negativamente nuestra salud física y mental.

A partir de este lunes, tratemos de usar más la sabiduría y la tolerancia con nosotros mismos, y busquemos en la paciencia y la paz interior el refuerzo para las soluciones que seguramente tendremos que encontrar.

¡Un abrazo!

Desistir jamás