Que no somos los primeros que cambiaron su destino, otros tantos combatieron con la nostalgia callada y la distancia apretada. Con lo que nos ha pasado hay que agrandar la mirada, que ahora nos toca a nosotros ver que nuestra tierra amada grita en la América esclava. Nadie puede en esta hora paralizar la razón. Ya no es tiempo de esperar, hay que ponerse a la acción de seguir viviendo sin doblar la hoja, sin olvidar nunca dónde está la patria. Nuestro pueblo no está solo, su problema no es ajeno de todos los continentes de corazones hermanos se elevan miles de manos. El golpe deja lecciones que azotan por su verdad, de estremecidos abismos surge la fuerza vital de unirse para luchar.