Me imponen la ley del hielo, no les cabe en la cabeza porque tengo este apellido y un pasado de burguesa. Es verdad que ahora mi vida giró de naturaleza, pero no por cosa rara ni por cambiar de pareja. Basta de frivolidades, me denunció la conciencia, déjate de atrocidades que Chile no es Providencia. Menos mal que mi marido comprendió y tuvo paciencia de verme, así de repente, metida en nuevas audiencias. La Tenuca no me mira ni me incluye en el tecito, porque dice que me ha visto en la izquierda y dando gritos. Mis parientes ya no quieren en su casa mis tres niños, porque dicen que la mami descendió a los conventillos. Unas lenguas ya comentan que estoy arriba del carro, le apuesto que en pocos años voy a reparar el daño. Es cierto que he visto el hambre, ya sé lo que es el engaño y a mis años de indolencia los entierro en negro paño. Les digo que soy sincera y me cuento entre la gente que confían y trabajan con el nuevo presidente. Y aunque mi casa se eleva en un barrio muy pudiente, desde aquí mismo me lanzo luchando con este frente.